Jaume Copons y Liliana Fortuny, los autores de la serie Bitmax&Co de Combel editorial, también tuvieron seis años. Les hemos entrevistado para saber cómo eran Copons y Fortuny cuando eran pequeños y para preguntarles qué son los días especiales de la canción que incluye el libro ¡Salvemos a Evo!
Vosotros decís que cada día es importante, pero el día del cumpleaños es especial. ¿Por qué?
LILIANA: No es que sea especial, es que lo hacemos especial. Y lo mejor de todo es que lo hacemos especial por amor a quien cumple años.
JAUME: Celebramos que crecemos, que estamos juntos. Y eso es fantástico. Pero el resto de días también cuentan.
¿Cómo surgió la idea de que el Bosque Azul tuviera una canción de cumpleaños?
LILIANA: Se nos ocurrió que hubiera un personaje que cumplía años y no nos parecía muy lógico que le cantaran una canción que no fuera propia del Bosque Azul.
JAUME: Además, nos gusta encerrarnos en el estudio de grabación con nuestros músicos habituales, que son amigos y familia. Por eso compusimos el tema “El robot del bosque” y, después, la canción “¡Cumples años!”. ¡Y seguro que llegarán más!
«Cuando yo era pequeño no necesitaba grandes fiestas para ser feliz»
¿Por qué, además de escribir y dibujar, también componéis canciones, diseñáis juegos y organizáis shows en directo?
LILIANA: Porque lo que hacemos es inventar un mundo que no existe, creer en él, compartirlo…
JAUME: ¡Exactamente! Y ese mundo crece y se expande en forma de canciones, de juegos y quién sabe de qué más.
¿Qué recordáis de la fiesta de cumpleaños de vuestros seis años?
JAUME: Yo no la recuerdo, pero debió de ser una fiesta sencilla. Cuando yo era pequeño no necesitaba grandes fiestas para ser feliz. Y, ahora que recuerdo, no sé quién dijo que si no puedes ser feliz con poca cosa, no serás feliz con nada.
LILIANA: Yo cumplí seis años en 1982. Ni siquiera recuerdo si celebramos una fiesta; en cualquier caso, lo importante es que éramos felices y celebrábamos que estábamos juntos.
¿Qué es lo que más os gustaba en aquella época?
JAUME: Recuerdo que me gustaban los caballos, el cine, inventar historias, jugar con los amigos de mi calle… Y nunca me cansaba de escuchar las historias que me contaban mis abuelos.
LILIANA: Yo me pasaba la vida recortando y pintando los cómics en tinta negra que llegaban a mis manos. Estaba decidida a darles vida como fuera.
Explicadnos alguna anécdota de aquella época.
JAUME: No sé por qué, un día, le pegué un mordisco en la cara a Piedad, que era una amiga mía. Y todavía ahora, que ya tiene 55 años, se le nota un poco la marca. Creo que lo hice porque estaba enamorado. Es un milagro que aún seamos amigos.
LILIANA: Yo me inventé que tenía un mundo subterráneo que me llevaba hasta una ciudad llena de monos. Y esos monos eran amigos míos. ¡Para mí era el mundo perfecto!
¿Qué echáis de menos de vuestra infancia?
JAUME: Yo lo echo de menos todo. Lo añoro tanto que pienso en aquella época continuamente. A veces, incluso, repaso mentalmente calles, casas y tiendas que ya no existen.
LILIANA: A todas y cada una de las personas que conocí cuando era pequeña. Gente extraordinaria.
«La librería especial era la de mi casa»
¿Recordáis de una manera especial alguna librería de cuando teníais seis años?
JAUME: Recuerdo el Borinot Ros, una pequeña librería en la que se amontonaban miles de libros. Pero lo que me tenía fascinado era el quiosco de la señora Laieta. Cada semana me dejaba leer todos los cómics que salían, aunque entonces se llamaban tebeos. Yo me sentaba con ella dentro del quiosco y me pasaba allí tardes enteras.
LILIANA: La librería especial era la de mi casa. Todavía recuerdo dónde estaba cada uno de los libros.
Siempre que vais a una librería, a una biblioteca o a una feria y tenéis contacto con vuestros lectores, les decís que lean, que se rían y que sean felices. ¿Por qué?
LILIANA: Es una frase que surgió un día por casualidad. Uno la empezó y el otro la remató. La hemos convertido en nuestro lema, nos la creemos y la usamos para despedirnos de nuestros pequeños lectores.
JAUME: Nos parece que es lo mejor que podemos desear a los niños y niñas.
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